... la sociología era la mejor cosa a hacer por mí, si no para sentirme en acuerdo con la vida, al menos para encontrar más o menos aceptable el mundo en el cual yo estaba condenado a vivir ...
Hem decidit extendre’s més amb aquest autor, ja que culmina, en part, amb aquesta nova manera d’entendre la sociogia que ens expliquen Durkheim i Weber. Així que farem una parada més biogràfica abans de passar a profundir en el seu pensament.
A la premsa li deien el “monstre de la sociologia”, nascut a un poble dels pirineus francesos, era un pensador força polèmic pel que hem pogut llegir d’ell. És clau per aquells que el segueixen i volen desxifrar aspectes de les societats en moviment. i també representava un referent pels moviments socials del neoliberalisme.
Va estudiar filosofía i va exercir de mestre, i com a pensador es dóna a conèixer cap als anys 60, amb la seva primera publicació. En aquesta va fer anàlisis detallats dels seus dos conceptes claus, com veurem més endavant: el capital cultural i el camp simbòlic.
Bourdieu pensava en la cultura com a un espai on es reprodueixen els fets socials, però també com algo a que posar resistència o innovació. Es pot dir que les ciències socials fins aleshores es presentaven de forma estructural que Bourdieu intentava criticar.
Veiem doncs, el seu primer concepte clau, l’habitus (principi generador de les pràctiques socials-Bourdieu). L’Habitus, és entés com al conjunt de aspectes que es posen en joc en la vida i comportaments humans diaris. Son valors i sabers, però son traspassats, es mantenen en el present i en el passat ; per tant a la pràctica és important observar com són encara de vàlids en les situacions socials, com canvien o com es mantenen en el joc quotidià. Es un concepte que lliga estretament la sociologia i la historia, ciència influent i present, segons Bourdieu en la sociologia. Portem una acumulació històrica, per entendren’s, que prén un paper actiu en la vida social.
“... la separación de la sociología y de la historia me parece desastrosa, y totalmente sin justificación epistemológica: toda sociología debe ser histórica y toda historia sociológica [...] lo arbitrario de la distinción entre historia y sociología es particularmente visible al nivel más elevado de la disciplina: yo pienso que los grandes historiadores son también grandes sociólogos.”
Bourdieu marcarà una diferencia entre espai físic i espai social, i el Camp, és on es conflueixen els diferents espais físics, formant-ne de socials. Proposa l’aplicació d’aquests dos conceptes alhora de fer estudis per relacionar diferents grups socials amb la cultura. I ens mostra cert caràcter psicològic en les seves teories.
Parlarà del gust com a responsable de les nostres actituts i idees, i aquí és on apareix l’altre concepte clau. Ja que allò que ens dóna la mesura del nostre gust és el nostre “Capital cultural” i son també els mercats que triem. Bourdieu estudia la diferencia d’habitus, en funció de la classe social de cadascú tenen un altre habitus.
Envoltats de vocabulari de Bourdieu, afegirem que no només existeix el capital cultural, existeixen molts tipus de capital, Bourdieu relaciona clarament el capital econòmic amb el cultural, aquell que té més diners realitza més activitats culturals. Les diferents espècies de capital que presenta Bourdieu determinen la posició social de les persones i del seu poder. Basant-se ens aquesta relació de conceptes, presentada de forma molt simple al nostre dossier, Bourdieu fa tot un anàlisis de les classes socials les seves relacions/activitats. Sorgiran doncs models de relacions per cada classe, i aquests models son els que marquen les diferencies en els “habitus” de cada classe.
Per últim, i per fer mostra de la vessant més moderna i actual que ens aporta aquest autor amb les seves teories crítiques, he afegit un fragment d’entrevista cercada a internet que es va publicar al 2002 a la revista Télérama, on sociòleg francés parla de la perillosa influència que la televisió té sobre els altres medis i sobre la pràctica del periodisme en general.
- ¿Existir es aparecer en la radio o en la televisión? - Actualmente, nadie puede iniciar una acción sin el apoyo de los medios. Tan simple como eso.
El periodismo termina dominando toda la vida política, científica o intelectual. Habría que crear instancias en las cuales investigadores y periodistas se critiquen mutuamente y puedan trabajar en conjunto. No obstante, los periodistas son una de las categorías más susceptibles: se puede hablar de los curas, de los patrones e incluso de los profesores, pero sobre los periodistas es imposible mencionar las cosas que llegan a hacer...
- ¡Es el momento de decirlo! - Hay una paradoja de base: es una profesión muy poderosa, compuesta por individuos muy frágiles. Allí se produce una notable discordancia entre el poder colectivo -considerable- y la fragilidad estatuaria de los periodistas, que se encuentran en una posición de inferioridad tanto respecto de los intelectuales como de los políticos. A nivel colectivo, los periodistas arrasan.
Desde el punto de vista individual, están en constante peligro. Constituye un oficio muy duro -no por azar hay allí tanto alcoholismo- y los jefecitos son terribles. No sólo se quiebran las carreras, sino también las conciencias, lamentablemente. Los periodistas sufren mucho. Al mismo tiempo se vuelven peligrosos: cuando un ámbito sufre, termina transfiriendo su dolor hacia afuera, bajo la forma de la violencia o el menosprecio.
- ¿Podría haber reformas en esa esfera?
- La coyuntura es muy desfavorable. En el campo del periodismo existe una competencia furiosa, en la cual la televisión ejerce una coacción terrible. Podrían ofrecerse miles de índices, como el de la transferencia de periodistas televisivos a la cabeza de órganos de prensa escrita.
Es la televisión la que define el juego: los temas de los que hay que hablar, qué personas son importantes y cuáles no. Con todo, la televisión, alienante para el resto del periodismo, está ella misma alienada, puesto que vive muy particularmente sometida a las imposiciones directas del mercado. (De manera general, si el sociólogo escribiera la décima parte de lo que piensa cuando habla con los periodistas -por ejemplo, sobre la fabricación de los programas-, éstos lo denunciarían por haber tomado partido y por su falta de objetividad, por no hablar de su arrogancia insoportable...) El que pierde dos puntos de rating se queda afuera. Esta violencia que pesa sobre la televisión contamina todo el campo de los medios. Se transmite incluso a los espacios intelectuales, científicos, artísticos, que estaban construidos en base al desprecio del dinero y a una indiferencia relativa a la consagración masiva. ¿Se imaginan a Mallarmé esperando ser reconocido en las calles y aplaudido en los meetings? Y sin embargo, esos pequeños universos, como la literatura o las ciencias, en las cuales se podía vivir como un desconocido y en la pobreza con la condición de ser estimado por algunos y hacer cosas dignas de realizarse, están actualmente bajo amenaza.
- ¿Cree que en las condiciones actuales de competencia los medios pueden escuchar sus razones?
- Sé que puedo parecer un sabiondo que viene a predicar la moral en un momento en que hay que salvarse como sea y en que el patrón de Libération (diario de gran circulación, vinculado al Partido Socialista, N. del E.) debe preguntarse todas las mañanas si habrá suficientes anunciantes para publicar su próximo número. Pero es precisamente esa crisis -y la violencia que exacerba- la que lleva a ciertos periodistas a pensar que estos sociólogos no están tan locos como parecían. Entre los periodistas son siempre los jóvenes y las mujeres los más afectados:
me gustaría que comprendieran un poco mejor por qué les pasa eso, que no existió necesariamente un error del jefecito -el cual, por su parte, no es demasiado sagaz, pero por eso se lo eligió-, sino que hay una estructura que los oprime. Esta toma de conciencia puede ayudar a soportar la violencia y a organizarse. Tiene la virtud de desdramatizar y proporcionar instrumentos para una comprensión colectiva.
- Usted describió los campos del arte y de la ciencia como universos que poco a poco van elaborando reglas. ¿Cómo puede ser que el periodismo no haya podido encontrar las suyas?
- En el universo científico, en efecto, hay mecanismos sociales que obligan a los sabios a comportarse moralmente, sean ellos "morales" o no. El biólogo que acepta dinero de un laboratorio para escribir una publicación sin ningún valor... Hay una justicia inmanente. Aquel que transgrede ciertas prohibiciones pierde. Se autoexcluye, se desacredita. Mientras que, en el campo del periodismo, ¿dónde puede localizarse un sistema de sanciones y recompensas? ¿Cómo va a manifestarse la estima hacia el periodista que cumple bien con su trabajo?
- Seguramente alguien lo acusará de querer un sistema dirigista, un comité central de los medios...
- Lo sé. Pero es todo lo contrario. La autonomía que predico ensancha la diferencia. Y es la dependencia la que genera uniformidad. Si las tres revistas francesas -L'Express, Le Point y Le Nouvel Observateur- tienden a ser intercambiables es porque están sometidas aproximadamente a las mismas coacciones, a las mismas encuestas, a los mismos anunciantes, que los periodistas se pasan unos a otros, y se roban entre sí temas o tapas. Cuando en realidad, si ganaran mayor autonomía respecto de los anunciantes -y de su propio ranking, la cantidad de ejemplares vendidos-, respecto de la televisión, que impone los temas importantes, se diferenciarían enseguida. Para limitar los efectos funestos de la competencia, llegué a sugerir, por ejemplo, que los periódicos crearan instancias comunes, análogas a las que se conforman en casos extremos -como en los raptos de niños-, cuando todos se ponen de acuerdo para hacer el black-out de la información. En estos casos extremos, los medios dejan a un lado sus intereses competitivos para salvar una suerte de ética común. Para otros temas que sólo se tratan porque otros lo hacen podríamos imaginar una especie de moratoria. En el caso de los libros, el fenómeno es asombroso. Muchos periodistas culturales están obligados a hablar de libros que desprecian, únicamente porque los demás los mencionaron, lo cual contribuye bastante al éxito irresistible de libros lamentables...
- Frente a estos medios que le disgustan, usted parece adoptar una actitud que puede criticarse:
la del desdén. ¿Por qué?
- Una actitud de repliegue, más bien. Pero no es mía exclusivamente. No conozco a ningún gran sabio, ni gran artista, ni gran escritor que no sufra en su relación con los medios. Es un verdadero problema, porque los ciudadanos tienen derecho a escuchar a los mejores. Sin embargo, los mecanismos de invitación y de exclusión hacen que los telespectadores se encuentren casi sistemáticamente privados de lo mejor.
Pierre Bourdieu va aportar grans canvis en la manera de veure, estudiar i tractar els fets socials, barrejant les formes de la psicologia social amb les de la sociologia d’altres investigadors. I pel que hem pogut comprovar, va ser un autor molt criticat i polèmic; però certament i vist des d’una perspectiva actual, es va anticipar a fets d’ara, va veure i exposar coses de caràcter molt real i factible si les continuem analitzant avui dia. Ens ha ensenyat la cara més hipòcrita de la societat actual i el seu funcionament i ho ha fet amb una estructura clàssica i correcta, amb una mirada crítica però molt reforçada per teories i exemples -com el problema de la globalització o la exclusió que genera el món modern i avançat, del poder mediàtic (com es pot veure a l’entrevista), del periodisme actual, etc.- i sempre des de la sociologia i des de la realitat.
Hem decidit extendre’s més amb aquest autor, ja que culmina, en part, amb aquesta nova manera d’entendre la sociogia que ens expliquen Durkheim i Weber. Així que farem una parada més biogràfica abans de passar a profundir en el seu pensament.
A la premsa li deien el “monstre de la sociologia”, nascut a un poble dels pirineus francesos, era un pensador força polèmic pel que hem pogut llegir d’ell. És clau per aquells que el segueixen i volen desxifrar aspectes de les societats en moviment. i també representava un referent pels moviments socials del neoliberalisme.
Va estudiar filosofía i va exercir de mestre, i com a pensador es dóna a conèixer cap als anys 60, amb la seva primera publicació. En aquesta va fer anàlisis detallats dels seus dos conceptes claus, com veurem més endavant: el capital cultural i el camp simbòlic.
Bourdieu pensava en la cultura com a un espai on es reprodueixen els fets socials, però també com algo a que posar resistència o innovació. Es pot dir que les ciències socials fins aleshores es presentaven de forma estructural que Bourdieu intentava criticar.
Veiem doncs, el seu primer concepte clau, l’habitus (principi generador de les pràctiques socials-Bourdieu). L’Habitus, és entés com al conjunt de aspectes que es posen en joc en la vida i comportaments humans diaris. Son valors i sabers, però son traspassats, es mantenen en el present i en el passat ; per tant a la pràctica és important observar com són encara de vàlids en les situacions socials, com canvien o com es mantenen en el joc quotidià. Es un concepte que lliga estretament la sociologia i la historia, ciència influent i present, segons Bourdieu en la sociologia. Portem una acumulació històrica, per entendren’s, que prén un paper actiu en la vida social.
“... la separación de la sociología y de la historia me parece desastrosa, y totalmente sin justificación epistemológica: toda sociología debe ser histórica y toda historia sociológica [...] lo arbitrario de la distinción entre historia y sociología es particularmente visible al nivel más elevado de la disciplina: yo pienso que los grandes historiadores son también grandes sociólogos.”
Bourdieu marcarà una diferencia entre espai físic i espai social, i el Camp, és on es conflueixen els diferents espais físics, formant-ne de socials. Proposa l’aplicació d’aquests dos conceptes alhora de fer estudis per relacionar diferents grups socials amb la cultura. I ens mostra cert caràcter psicològic en les seves teories.
Parlarà del gust com a responsable de les nostres actituts i idees, i aquí és on apareix l’altre concepte clau. Ja que allò que ens dóna la mesura del nostre gust és el nostre “Capital cultural” i son també els mercats que triem. Bourdieu estudia la diferencia d’habitus, en funció de la classe social de cadascú tenen un altre habitus.
Envoltats de vocabulari de Bourdieu, afegirem que no només existeix el capital cultural, existeixen molts tipus de capital, Bourdieu relaciona clarament el capital econòmic amb el cultural, aquell que té més diners realitza més activitats culturals. Les diferents espècies de capital que presenta Bourdieu determinen la posició social de les persones i del seu poder. Basant-se ens aquesta relació de conceptes, presentada de forma molt simple al nostre dossier, Bourdieu fa tot un anàlisis de les classes socials les seves relacions/activitats. Sorgiran doncs models de relacions per cada classe, i aquests models son els que marquen les diferencies en els “habitus” de cada classe.
Per últim, i per fer mostra de la vessant més moderna i actual que ens aporta aquest autor amb les seves teories crítiques, he afegit un fragment d’entrevista cercada a internet que es va publicar al 2002 a la revista Télérama, on sociòleg francés parla de la perillosa influència que la televisió té sobre els altres medis i sobre la pràctica del periodisme en general.
- ¿Existir es aparecer en la radio o en la televisión? - Actualmente, nadie puede iniciar una acción sin el apoyo de los medios. Tan simple como eso.
El periodismo termina dominando toda la vida política, científica o intelectual. Habría que crear instancias en las cuales investigadores y periodistas se critiquen mutuamente y puedan trabajar en conjunto. No obstante, los periodistas son una de las categorías más susceptibles: se puede hablar de los curas, de los patrones e incluso de los profesores, pero sobre los periodistas es imposible mencionar las cosas que llegan a hacer...
- ¡Es el momento de decirlo! - Hay una paradoja de base: es una profesión muy poderosa, compuesta por individuos muy frágiles. Allí se produce una notable discordancia entre el poder colectivo -considerable- y la fragilidad estatuaria de los periodistas, que se encuentran en una posición de inferioridad tanto respecto de los intelectuales como de los políticos. A nivel colectivo, los periodistas arrasan.
Desde el punto de vista individual, están en constante peligro. Constituye un oficio muy duro -no por azar hay allí tanto alcoholismo- y los jefecitos son terribles. No sólo se quiebran las carreras, sino también las conciencias, lamentablemente. Los periodistas sufren mucho. Al mismo tiempo se vuelven peligrosos: cuando un ámbito sufre, termina transfiriendo su dolor hacia afuera, bajo la forma de la violencia o el menosprecio.
- ¿Podría haber reformas en esa esfera?
- La coyuntura es muy desfavorable. En el campo del periodismo existe una competencia furiosa, en la cual la televisión ejerce una coacción terrible. Podrían ofrecerse miles de índices, como el de la transferencia de periodistas televisivos a la cabeza de órganos de prensa escrita.
Es la televisión la que define el juego: los temas de los que hay que hablar, qué personas son importantes y cuáles no. Con todo, la televisión, alienante para el resto del periodismo, está ella misma alienada, puesto que vive muy particularmente sometida a las imposiciones directas del mercado. (De manera general, si el sociólogo escribiera la décima parte de lo que piensa cuando habla con los periodistas -por ejemplo, sobre la fabricación de los programas-, éstos lo denunciarían por haber tomado partido y por su falta de objetividad, por no hablar de su arrogancia insoportable...) El que pierde dos puntos de rating se queda afuera. Esta violencia que pesa sobre la televisión contamina todo el campo de los medios. Se transmite incluso a los espacios intelectuales, científicos, artísticos, que estaban construidos en base al desprecio del dinero y a una indiferencia relativa a la consagración masiva. ¿Se imaginan a Mallarmé esperando ser reconocido en las calles y aplaudido en los meetings? Y sin embargo, esos pequeños universos, como la literatura o las ciencias, en las cuales se podía vivir como un desconocido y en la pobreza con la condición de ser estimado por algunos y hacer cosas dignas de realizarse, están actualmente bajo amenaza.
- ¿Cree que en las condiciones actuales de competencia los medios pueden escuchar sus razones?
- Sé que puedo parecer un sabiondo que viene a predicar la moral en un momento en que hay que salvarse como sea y en que el patrón de Libération (diario de gran circulación, vinculado al Partido Socialista, N. del E.) debe preguntarse todas las mañanas si habrá suficientes anunciantes para publicar su próximo número. Pero es precisamente esa crisis -y la violencia que exacerba- la que lleva a ciertos periodistas a pensar que estos sociólogos no están tan locos como parecían. Entre los periodistas son siempre los jóvenes y las mujeres los más afectados:
me gustaría que comprendieran un poco mejor por qué les pasa eso, que no existió necesariamente un error del jefecito -el cual, por su parte, no es demasiado sagaz, pero por eso se lo eligió-, sino que hay una estructura que los oprime. Esta toma de conciencia puede ayudar a soportar la violencia y a organizarse. Tiene la virtud de desdramatizar y proporcionar instrumentos para una comprensión colectiva.
- Usted describió los campos del arte y de la ciencia como universos que poco a poco van elaborando reglas. ¿Cómo puede ser que el periodismo no haya podido encontrar las suyas?
- En el universo científico, en efecto, hay mecanismos sociales que obligan a los sabios a comportarse moralmente, sean ellos "morales" o no. El biólogo que acepta dinero de un laboratorio para escribir una publicación sin ningún valor... Hay una justicia inmanente. Aquel que transgrede ciertas prohibiciones pierde. Se autoexcluye, se desacredita. Mientras que, en el campo del periodismo, ¿dónde puede localizarse un sistema de sanciones y recompensas? ¿Cómo va a manifestarse la estima hacia el periodista que cumple bien con su trabajo?
- Seguramente alguien lo acusará de querer un sistema dirigista, un comité central de los medios...
- Lo sé. Pero es todo lo contrario. La autonomía que predico ensancha la diferencia. Y es la dependencia la que genera uniformidad. Si las tres revistas francesas -L'Express, Le Point y Le Nouvel Observateur- tienden a ser intercambiables es porque están sometidas aproximadamente a las mismas coacciones, a las mismas encuestas, a los mismos anunciantes, que los periodistas se pasan unos a otros, y se roban entre sí temas o tapas. Cuando en realidad, si ganaran mayor autonomía respecto de los anunciantes -y de su propio ranking, la cantidad de ejemplares vendidos-, respecto de la televisión, que impone los temas importantes, se diferenciarían enseguida. Para limitar los efectos funestos de la competencia, llegué a sugerir, por ejemplo, que los periódicos crearan instancias comunes, análogas a las que se conforman en casos extremos -como en los raptos de niños-, cuando todos se ponen de acuerdo para hacer el black-out de la información. En estos casos extremos, los medios dejan a un lado sus intereses competitivos para salvar una suerte de ética común. Para otros temas que sólo se tratan porque otros lo hacen podríamos imaginar una especie de moratoria. En el caso de los libros, el fenómeno es asombroso. Muchos periodistas culturales están obligados a hablar de libros que desprecian, únicamente porque los demás los mencionaron, lo cual contribuye bastante al éxito irresistible de libros lamentables...
- Frente a estos medios que le disgustan, usted parece adoptar una actitud que puede criticarse:
la del desdén. ¿Por qué?
- Una actitud de repliegue, más bien. Pero no es mía exclusivamente. No conozco a ningún gran sabio, ni gran artista, ni gran escritor que no sufra en su relación con los medios. Es un verdadero problema, porque los ciudadanos tienen derecho a escuchar a los mejores. Sin embargo, los mecanismos de invitación y de exclusión hacen que los telespectadores se encuentren casi sistemáticamente privados de lo mejor.
Pierre Bourdieu va aportar grans canvis en la manera de veure, estudiar i tractar els fets socials, barrejant les formes de la psicologia social amb les de la sociologia d’altres investigadors. I pel que hem pogut comprovar, va ser un autor molt criticat i polèmic; però certament i vist des d’una perspectiva actual, es va anticipar a fets d’ara, va veure i exposar coses de caràcter molt real i factible si les continuem analitzant avui dia. Ens ha ensenyat la cara més hipòcrita de la societat actual i el seu funcionament i ho ha fet amb una estructura clàssica i correcta, amb una mirada crítica però molt reforçada per teories i exemples -com el problema de la globalització o la exclusió que genera el món modern i avançat, del poder mediàtic (com es pot veure a l’entrevista), del periodisme actual, etc.- i sempre des de la sociologia i des de la realitat.
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